Wednesday 24 June 2015

Gente

La charla arranca por los sucesivos cambios de looks que experimentó durante los últimos tiempos.


“A la mañana, más allá de que bebo un yogur, una medialuna o una cremona no pueden faltar. En Desayuno americano –9.30 a 12 horas– hacemos tele, pero picoteamos todo el tiempo. Si veo que no estoy en mi peso, paro”, cuenta Pamela, que se divierte junto a Luis Novaresio, Adrián Pallares, Damián Rojo, María Freytes y Jimena Cyrulnik.

En casa, ella dice que Daniel Vila cocina rico, siempre con Lola como coequiper. A Felipe (8), su hijo mayor, que es súper compinche, le encanta jugar con su hermana y su mamá. De 20.15 a 21.30, la morocha está al frente de El Debate de Gran Hermano, apuesta fuerte de América.

Pamela David (36) ríe, espléndida, toda vestida de negro, y se divierte recordando los orígenes de tantos vaivenes: “Todo empezó con el año sabático que me tomé después de que naciera Lola, que en agosto cumplirá tres años. Estaba inactiva e iba a la peluquería. Les aviso a los maridos: preocúpense cuando sus mujeres van muy seguido al coiffeur. Y bué, accedí al punto más alto cuando me puse rubia. A Daniel le parecía un espanto, pero respetaba mi decisión. Cuando llegué a estar muy platinada me dijo: `Ya me está molestando´. Fue muy gracioso. Hoy extraña mi pelo largo. Le gusta cómo lo tengo, pero añora el anterior”, confía la conductora de Desayuno americano y El Debate de Gran Hermano, por América.
–A propósito, ¿te pesó ser “la mujer de”, más allá de haberte dado la oportunidad de empezar a conducir?
–Me han criticado con y sin razón. Porque puede que no guste mi trabajo, pero también aparecieron los que se ensañaron precisamente porque estoy junto a Daniel (Vila). Es como si hasta ese momento no hubiese trabajado. En su momento me dolía; hoy no, porque ya no estoy bajo la lupa y sí cosecho buenos y malos comentarios, que me hacen crecer. Estoy contenta. Por eso hablo con gusto. Tengo ganas de contar este momento.
–Sos la mujer del dueño. ¿Te consulta Daniel con relación a temas del canal?
–¡No! ¡Qué me va a consultar...! Para nada. El toma sus decisiones. Si no, sería un pollerudo importante. Hablamos, pero nada más. Una de las cosas que más me gustan de él es que no se deja influenciar. Habla bien de su personalidad. Yo igual opino, jajá. Cambiaría cosas del canal, pero no las voy a decir. La palabra suya sí es importante para mi trabajo. Me encanta escuchar su opinión, aunque muchas veces no le hago caso. Y él lo sabe.
–Vuelvo a tu look. Lucís más estilizada. Se te nota en la cara y en las curvas. ¿Qué estás haciendo para lograrlo?
–Es el vino mendocino, ja, ja. Le pedí a Daniel para mi cumpleaños –octubre pasado– que me regalara una cinta para correr, pero la voy a empezar a usar recién ahora. No hago nada... No es para dar envidia, pero con Gran Hermano tengo mucho trajín. Para mí es eso. Porque antes no se me veía la cara flaca. No tengo tiempo para picotear, para comer mal... Pasa por ahí. Soy una gran picoteadora.
–¿Disfrutás tu nueva estética?
–Sí, me gusta el pelo corto, y la verdad es que las mujeres nos sentimos más cómodas cuando estamos más flacas. Hoy peso 60 kilos, dos menos que lo habitual, y se nota muchísimo. Igual, ya no me obsesiona mi cuerpo. Te cuento que Natalia Repetto y Cecilia Castro son esenciales para producir mis looks. Yo digo que armamos el Drinks Team, por los tragos, ¿viste?
–¿En la intimidad también te trajo alegrías? ¿Daniel lo nota y lo destaca?
–¡Ay, qué picante! Nosotros somos muy fogosos... ¿Para qué te voy a mentir? Me da un poco de calor decirlo, porque después lo leo en un título y siento pudor. Daniel me dice que ahora que estoy más flaquita, le hago acordar a cuando empezamos a salir. Después relajé: vino Lola y él cocina muy bien. En mi embarazo me sentía Gloria, la de Madagascar, y mi marido, súper galante, me hacía ver como Angelina Jolie, la mujer más diosa y sexy.
–¿Cómo cuidan la pareja?
–Le damos mucha importancia a nuestra relación. Respetamos nuestros tiempos, y nuestras comidas con nuestro vinito.
–¿Sos anti-dieta o me equivoco?
–No soy obsesiva, pero como sano.
Leé la nota completa en la edición 2604 de GENTE.
Por Miguel Braillard. Fotos: Christian Beliera

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